Pedro Sánchez (izquierda) y Matteo Renzi (dcha). Fuente: RTVE y Riparte il futuro
Que
la socialdemocracia europea está en crisis no es un secreto para nadie, ni
siquiera para los principales dirigentes de los partidos de centro-izquierda,
que han visto cómo la crisis ha afectado, no sólo a sus propuestas, sino
también a las personas capaces de llevarlas a cabo. Una crisis de ideas que ha motivado
el anquilosamiento de estos partidos dentro de lo que podríamos llamar “la
vieja política”, que refleja una generación de propuestas obsoletas y oxidadas
incapaces de dar respuestas eficaces a los complejos problemas del presente.
Esta “vieja política” trae además consigo una generación de políticos con un
discurso conservador, que prefiere hacer pequeñas reformas “make-up” en las
políticas públicas, pero vade retro
si se trata del sistema político sobre el cual se asientan.
De
esta manera, a nadie extraña que hayan surgido a la izquierda de los partidos
socialdemócratas otros partidos más innovadores, con nuevas a e interesantes
propuestas (aunque con precaución) y, sobre todo, nuevos líderes más jóvenes
capaces de transmitir estas propuestas y de conectar de nuevo con el
electorado, cubriendo el espectro de la izquierda. Las nuevas generaciones de
votantes no pueden sentirse identificados con una vieja política que no desea
cambio alguno. Ante el neoliberalismo que asola Europa, los jóvenes piden otras
propuestas para conseguir una Europa más social y más justa, y partidos
políticos como Podemos, liderado por el carismático profesor de Universidad
Pablo Iglesias, están consiguiendo captar este voto joven.
En
este contexto, muchos de los partidos socialistas europeos se han aplicado la
celebérrima máxima unamuniana de “renovarse o morir”. Ante el desplome de votos
en las pasadas elecciones europeas del 25 de mayo, el PSOE ha mirado con
buenos, e inevitables, ojos el proceso de cambio político dentro del propio
partido. Así, la cúpula del PSOE se ha preguntado: ¿Cuál es el modelo a seguir?
¿Qué partido socialdemócrata está obteniendo buenos réditos con su proceso de
cambio? Y la respuesta la encontraron no muy lejos: en Italia. Y en concreto,
en una figura que está adquiriendo gran relevancia en el panorama político
europeo: Matteo Renzi.
Este
joven político italiano saltó a la fama en 2009 cuando con tan sólo 34 años, se
convirtió en el alcalde de la urbe de Florencia. Sin embargo, 2012 constituyó
el año clave en su carrera política, ya que se celebraron las primarias a
presidir el Partido Democrático (integrado dentro de los socialistas europeos).
Renzi era considerado una joven promesa de la política italiana, pero fue
derrotado por el veterano líder de la vieja política, Pier Luigi Bersani. Las
elecciones generales de 2013 arrojaron un resultado desigual para el Partido
Democrático, ya que consiguieron mayoría absoluta en la Cámara de Diputados, pero
no lo fue así en el Senado, cámara conservadora por excelencia. La incapacidad
para tomar decisiones tan trascendentales como formar gobierno o elegir al
Presidente de la República Italiana le llevó a dimitir de su cargo de
Secretario General del Partido Democrático, cargo al cual accedió Matteo Renzi
inmediatamente tras ganar unas nuevas elecciones primarias con una amplia
mayoría.
Tras
una nueva dimisión de Enrico Letta como Primer Ministro italiano, el Presidente
de la República, Giorgio Napolitano, con el consentimiento de las cámaras,
nombró a Matteo Renzi Primer Ministro de Italia. A partir de ahí, el camino de
Renzi se ha labrado fructuosamente gracias a un ambicioso programa de reformas,
no ya en el sistema económico (mayor flexibilidad fiscal), sino en el sistema
político, ya que Renzi entiende que es inconcebible el funcionamiento de un
país sin la existencia de un sólido y estable sistema político. Así, desde que
llegó al cargo, ha apostado por el relevo generacional en la política italiana,
y por rediseñar el sistema institucional (por ejemplo, eliminar las excepciones
del bicameralismo perfecto). La gran legitimidad que le han dado los buenos
resultados en las elecciones europeas le han catapultado hacia la cima
política, encarnándose como la figura del político joven y preparado.
Así,
muchos han querido ver en Pedro Sánchez, nuevo Secretario General del PSOE, el
“Matteo Renzi español”. Y no les falta razón. Sánchez, como Renzi, también
apuesta por una reforma completa del sistema político como solución a muchos de
los problemas de España. Sánchez busca reformar la Ley de Partidos Políticos
para introducir elementos de democracia interna, limitar los mandatos, y
favorecer el relevo generacional en la política.
Sin
embargo, la gran diferencia entre ambos estriba en la posición de poder que
albergan sus respectivos partidos, pues mientras Renzi cuenta con una clara
mayoría y cierto respaldo social, el PSOE de Pedro Sánchez aún no cuenta con
una mayoría que le permita gobernar. La meta actual de Pedro Sánchez es
intentar recuperar el voto del antiguo socialista de izquierda, que ha emigrado
su voto hacia Izquierda Unida, o hacia la nuevo formación política Podemos. El
camino a partir de ahora no va a ser coser y cantar para el PSOE. A la ciudadanía
no le basta con una cara bonita. Sánchez tiene ahora que aportar credibilidad
con sus proyectos y con su nueva ejecutiva, y por ello las elecciones
autonómicas y municipales de 2015 van a ser determinantes para el futuro
político del PSOE.
En
definitiva, los ejemplos de Pedro Sánchez y Matteo Renzi nos muestran que se
está produciendo un importante cambio político en Europa, y el acento viene
puesto en la renovación de los partidos socialdemócratas. Las buenas ideas y
los proyectos serios respaldarán o darán la espalda a estos futuros líderes,
que aunque ya están en la primera línea de salida, aún les falta pegar el
sprint y consolidarse en la política. No obstante, el PSOE, y particularmente
Pedro Sánchez, ya tienen un buen modelo a seguir, y no harían mal en estudiar a
fondo los pasos de Renzi y acercar posturas con la nueva política italiana, sin
caer en el “copia y pega”. La pretendida genuinidad de Pedro Sánchez tendrá que
demostrar que no se limita a seguir ejemplos, sino a crearlos.